Sentimientos de un cubano que no es del Madrid ni del Barça
martes, 20 de agosto de 2019
Crecer en Cuba como un cubano fan de un equipo que no es Madrid o Barcelona o Bayern; crecer como un seguidor de un conjunto que vino a ser respetado en el siglo XXI, es motivo de sentirse como una persona temerosa de ser vilipendiada constantemente.
Este temor crece aún más cuando los fanáticos de una isla en la que el fútbol es cada vez menos ajeno o conocido.
Que un amigo o familiar cercano, se desviven en hacer comparaciones basadas en las frías estadísticas y ponen lo cuantitativo sobre lo cualitativo.
Incapaces de alejarse de la lógica del viejo dos y dos son cuatro, aun cuando hay una rendija que deje entrever que la cuenta puede dar cinco.
Así le sucede al hincha del Chelsea, aplastado por el peso de los números de unos y el odio irreconciliable de otros.
Un Chelsea que es una de las tantas princesas de la vigésimo primera centuria, nacida de los millones del petróleo ruso que llegaron a salvar un equipo en crisis.
En la que fue quizás la primera operación de rescate del llamado gran capital sobre el fútbol en esta nueva era.
El hincha cubano del Chelsea, ajeno a Peter Osgood y Bobby Tambling o a la venta del club por un millón de libras esterlinas en los años ochenta y a la casi caída a la Third Division.
Tiene entonces en hombres como Terry, Lampard y Drogba a sus ídolos principales pero tiene, también a un hombre: Jose MOURINHO, actual director del Manchester United.
Y se pone el nombre en mayúsculas porque, a pesar de ser el natural de Setúbal un hombre digno de calificarse como el demonio en persona, MOURINHO, esas ocho letras, significan mucho para el seguidor blue.
Y se hace este preámbulo porque cuando el hincha verdadero del Chelsea ve atacado a uno de sus ídolos hierve, se molesta, increpa al televisor, lanza maldiciones y quiere, a veces de la manera más cordial, estrangular a la persona que le ataca.
Sobre todo cuando no encuentra en ella a una voz autorizada, priman sus criterios personales por encima de la lógica y observa que se deja llevar por lo que piensa la mayoría.
Cierto es que el portugués tiene mala fama y peores pulgas, y no se le perdona que haya dejado par de veces roto el vestuario de los azules de Londres, pero esas cosas pasan en buena medida por sus métodos, en los que no se reconoce algo de razón:
- cuando se pierde, pierden todos, aunque el técnico se lleve la responsabilidad. Y hay que encontrar la raíz del problema, pues el técnico no toca balones a la hora del juego más que para devolverlos a la cancha.
¿Qué Mou es impulsivo? Sí, lo es. Pero también lo es Maradona, Pelé, Cristiano Ronaldo, Zlatan Ibrahimovic y todos les ríen la gracia. Sin embargo a Mou no, a él no se le puede dejar pasar una, ni por acostumbrados que estemos.
Pero ya él lo dijo: “A veces quisiera dar rewind a las cosas y no hacerlas. Me dejo llevar por el momento”.
Calificarlo entonces como una persona negativa, en el estricto sentido de la palabra, choca entonces con la opinión de otra parte del mundo para la que es un héroe.
Así actuaríamos de manera injusta hacia el seguidor del Porto o el fan del Inter. Solo aquellos que vivieron experiencias negativas con Mou lo desprecian…
Qué casualidad: son barcelonistas y madridistas en su mayoría, sin mencionar a los papagayos que repiten el primer titular que ven. Los del Chelsea, en cambio, le pasan la mano y recuerdan…solo recuerdan.
El Special One sigue siendo especial.
Aun cuando meta la pata tan fuerte que lleve a la recriminación nocturna de su esposa o a un empujón de alguien tan calmado como el profesor Wenger o a la negativa de saludo de Manuel Pellegrini.
El Special One le da al fútbol algo distinto.
Juega con el ego de propios y contrarios, entabla una guerra extradeportiva que a veces se le va de las manos pero:
¿justificaba usted que en medio de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos un día colonos y casacas rojas se sentaran a la mesa y brindaran por el rey Jorge? Correcto, no lo permitiría.
Mourinho tampoco.
Y si tiene la estirpe para cargar las culpas y soportar la presión como nadie más, para ser el centro y poner a sus espaldas el morral de la atención cuando su equipo no carbura.
También debe tener autoridad para señalar culpables e imponer castigos, para simplemente ser él mismo.
La teoría de que hay dos Mourinhos es cierta: el fútbol y las conferencias de prensa son trabajo.
Y en el trabajo, sabemos de sobra, no hay que ser afables.
En casa o en otro tipo de entrevistas es distinto y suele ser cómico incluso. Si no fuera así, no entiendo cómo los entrevistados asumen generalmente que el tipo mola y tiene swing…
¿como se siente un cubano?
Así se siente un cubano que es el hincha del Chelsea…en Cuba.