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Venerada u odiada, con ella todo son extremos… Sencillamente: Juana Bacallao

No existe en la Isla un personaje público que levante la polémica y divida tanto a los cubanos como Neris Amelia Martínez Salazar, sencillamente: Juana Bacallao.



Para parte del público la vedette representa la apoteosis natural del arte, para el resto una payasa insufrible que suple sus carencias artísticas a través de la exageración y los recursos más burdos.

Sea como sea, nadie como Juana Bacallao domina un escenario. Después de todo, no pasar desapercibida (para bien o para mal) es el requisito número uno de la fama. Juana lo sabe y por eso hace en el escenario, sin pena alguna lo que cualquier otro artista no haría.

En 2017, Juana “revivió” en el gusto popular a través de “Bailando con Juana”, un tema del joven compositor e intérprete intérprete Jorge Soto Pérez (Papushi); un éxito que se mantuvo muy arriba en las emisoras del país. Una vez más la anciana diva demostró esa impulsividad que la ha hecho querer o mal querer. Al presentársele la canción dijo sin pensarlo mucho:

“Yo no canto nada de nadie, solo lo que pienso y lo que se me ocurre, pero el número me gusta y lo voy a grabar”.

La historia de Juana Bacallao – más allá de amores de odio – es una historia de brega y superación personal.

Su estilo único ya era apreciado en algunos bares y clubes nocturnos en los que actuaba en la década de 1960. Sin embargo los medios de comunicación la rechazaban por considerar su arte como una expresión de marginalidad.

No era para menos. Juana Bacallao no canta bien (más bien canta mal), desafina todos los acordes, no es melodiosa y viste espantoso. Sin embargo, tiene “aché” y le cae bien a tanta gente como gente la detesta. Y tener de su lado la mitad de la gente sin haber estudiado nada de música es más que notable por donde quiera que se mire.

 

 

Escrito por | Redacción TodoCuba

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