Carilda Oliver Labra, la más sensual de las poetas cubanas
martes, 30 de julio de 2019
Cuando la sensualidad se destila por los poros no importan las arrugas para despertar el amor. Ese es quizás el secreto de por qué, pasados los 90 años, Carilda Oliver Labra siempre conservaba a su lado un alma joven para satisfacer su sed de pasión.
Cualquier homenaje es pequeño para agradecer la fidelidad que esta polifacética autora ha dedicado a la ciudad de Matanzas.
Carilda Oliver Labra, nació el 6 de julio de 1922, en la casa número 81 de la calzada de Tirry.
Sin lugar a dudas la célebre frase “me desordeno, amor, me desordeno” es la primera que se evoca cuando se menciona a Carilda.
Es parte del poema del mismo nombre, escrito en 1946.
Conocer la fecha en que se escribió dice mucho del temperamento y el espíritu transgresor de la autora, quien reconoció en una ocasión:
“El poema me trajo en su oportunidad una avalancha de críticas y comentarios»
Igualmente comento: «Las damas católicas en aquella ocasiónse reunieron para protestar y fueron incluso a ver al excelente obispo que había en la ciudad de Matanzas, Monseñor Alberto Martín Villaverde, y pidieron mi excomunión. (…)”.
No obstante, su obra no se queda en el erotismo del poema que, a decir de Salvador Bueno,
“no alcanza el mérito de otras de sus composiciones”.
Puede identificarse en ella la indeleble huella del amor filial, como lo demuestran los versos dedicados a su abuela muerta, Elegía por Mercedes.
La auténtica cubanía es también una constante de su poesía, muestra de ello es su Canto a la bandera, que le valió en el año 1950 el premio Flor Natural en los Juegos Florales de Cárdenas, certamen promovido para homenajear el centenario de la enseña cubana.
Por este y otros como Canto a Martí dijo Salvador Bueno en el prólogo realizado al libro Antología de la poesía erótica y cósmica de Carilda Oliver Labra: “Debemos insistir que nuestra admirada amiga no es solamente la poetisa del amor, sino también la poetisa de la patria”
Además de ilustre poeta, es Carilda abogada de profesión. También consagró buena parte de su juventud a ejercer el magisterio e incursionó en la pintura.
A juzgar por la crítica especializada, su prosa es igualmente notable. Resaltan en ella cuentos como Milín, la modelo o el novelín Deida.
Muchos premios distinguen a Carilda, aunque, no por suerte, sino por mérito bien ganado, el más grande sigue siendo la sana envidia y la notable admiración que despertó esta alma libre y talentosa a cuantos conocen su obra y su vida.