Recorriendo el hermoso Malecón de Santiago de Cuba
jueves, 19 de septiembre de 2019
Durante los festejos por los 500 años de la ciudad de Santiago de Cuba, se realizó la inauguración oficial del malecón de Santiago, y es grandioso ver como la ciudad se propone embellecer la cercanía a la bahía que lo rodea. El sitio ha impregnado un nuevo espíritu y significado a una zona histórica que padecía, desde hace algunos años, de cierto olvido institucional. Su construcción acelerada es visible en las imperfecciones de las superficies nunca rectas de las jardineras-bancos y del propio muro con vista al mar.
Un lugar para pasear
Su edificación ha hecho que se convierta en el lugar de preferencia para pasear para muchos de los santiagueros, y los visitantes que son atraídos a la ciudad en cualquier época del año tienen la oportunidad de irse con un nuevo recuerdo. El malecón ha sido bueno para el turismo, pero también para la vida de la ciudad.
Analizando el significado de la palabra “malecón” se puede definir como un muro grueso construido a la orilla del mar para evitar las penetraciones marítimas y proteger ante los peligros que puedan surgir del mar. No obstante, para la mayoría de los cubanos, y hasta extranjeros que frecuentan la isla, la palabra tiene una representación más precisa, casi arquetípica: el malecón de La Habana.
Aunque en otras ciudades cubanas podemos encontrar malecones, para cierta zona del imaginario nacional, la palabra malecón va de la mano con la Habana y es parte fundamental e indispensable de su idiosincrasia y sus creencias. Quítele usted el malecón a La Habana y le habrá mutilado el alma, el latido de su propia existencia.
El malecón de La Habana y el de Santiago son diferentes
Es inmensa la diferencia entre el malecón habanero y el santiaguero, tanto en el tamaño y forma como en su connotación. Para los santiagueros la palabra malecón dice muy poco, pero ya se van viendo los cambios en las personas y va tomando significación.
“Paseo marítimo” es el nombre oficial del sitio y le va de anillo al dedo, ya que a pesar restarle peso simbólico al malecón en sí, incluye en el lugar todo lo que rodea y da vida al muro. El mar, mientras tanto, queda detrás de todo, como un elemento secundario de la escenografía. Y eso es precisamente lo contrario de este “malecón” con respecto al malecón de La Habana.
Al contrario del malecón de La Habana, en los alrededores del malecón de Santiago hay mucha alegría y tranquilidad, incluso cuando los barcos cruzan la bahía. Es tan poco el mar que podemos observar claramente la otra orilla, incluyendo sus industrias y montañas. Si no fuera por la brisa y el olor a salitre, el muro parecería apenas un banco más.
A pesar de la semántica y su peculiar construcción, el sitio se hizo para el disfrute de todos, y se agradece su existencia que ha llegado a darle un nuevo brillo a las noches santiagueras.
Podrás encontrar más artículos como este en nuestra sección de recreación y naturaleza.
Si te gustó ¡Compártelo!
Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Archivo TodoCuba
Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba