Psicoballet, la danza como medicina por la que apuesta Cuba para transformar la vida de discapacitados, enfermos mentales y adolescentes problemáticos

viernes, 28 de septiembre de 2018

Cuba cuenta con una poderosa medicina que durante más de cuarenta años ha transformado la agresividad en afecto y que proporciona una ilusión para los discapacitados intelectuales, adolescentes problemáticos y enfermos mentales, su nombre es el psicoballet.

Una de las jóvenes que se ha beneficiado de este proyecto es Claudia, quien con sus 25 años padece de Síndrome de Down y a pesar de que a duras penas puede hablar el ponerse las zapatillas y el tutú hacen que se sienta muy entusiasmada en el escenario en el que se deja llevar al ritmo de «La Bella Cubana», una emblemática melodía clásica del siglo XIX.

El edificio que antiguamente en La Habana Vieja era una fábrica de tabacos y que hoy alberga a la Casa del África, cada miércoles acoge a unas 30 personas con discapacidades mentales leves y severas que allí pueden deleitar sus almas.

«Cuando descubrimos el psicoballet se nos abrió un mundo totalmente nuevo. Claudia era más bien tímida y de pronto se desdobló y empezó a ser princesa, y empezó a ser hada y todo lo que quiso», cuenta una madre que cada semana lleva a su pequeña al lugar.

El psicoballet es una disciplina que fue creada en 1973 por la psicóloga cubana Georgina Fariñas luego de que fracasara al tratar con métodos convencionales.

«Entonces nos dimos cuenta de que el ballet las mejoraba en el aspecto psíquico, corregía su conducta», recuerda la especialista.

Oney es otro de los jóvenes que ha experimentado una mejoría en su coordinación psicomotriz como efecto del psicoballet, además allí conoció a Martica, de quien en su primera clase se enamoró.

«La conocí aquí en psicoballet y me gusta cómo baila; la quiero, la amo y me voy a casar con ella», cuenta el bailarín de 17 años.

El hacerlos sentirse útiles es uno de los principales logros de esta fábrica de sueños, ya que además de aportar autoconfianza les impone retos que los estimulan, gracias al vínculo del cerebro con los demás receptores del cuerpo.