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Facebook/Yarini M. Arrebola

Profesor universitario cubano es víctima de asalto en el transporte público de La Habana

El profesor universitario Yarini Manuel Arrebola compartió en redes sociales su indignación tras ser víctima de asalto para robarle en pleno autobús público de La Habana.



“Esto es mi mochila. Corrección: esto era mi mochila porque me la destriparon hace un rato en el P11. El tajo fue tan enardecido que atravesó el acolchado y picó varias preguntas escritas de estudiantes”, denunció el cubano.

Aunque la situación particular fue el “tajazo” que le dieron a su mochila este profesor cubano hace catarsis sobre lo difícil que es hoy asumir el magisterio en un país donde ni siquiera están cubiertas las necesidades básicas de los maestros ni de ningún ciudadano.

“Esta historia comienza varias horas antes: para llegar a la Universidad a impartir un turno a las 9:45 de la mañana, un profesor que viva en el Este de la Habana debe levantarse a las 5 de la madruga, casi cinco horas antes. En tiempos menos aciagos había una guagua para trabajadores de la universidad; de hecho, la hay, pero lleva rota desde el Cretácico Tardío”, dice.

El profesor cubano dice que tiene que lograr encadenar tres ómnibus para dar sus clases.

“Aunque el asunto se plantea hasta el cansancio, la respuesta se empecina en su constancia: no hay dinero, no hay de otra. Cuando oigo aquellas cosas, es imposible no recordar aquello casi idéntico que decía la muy derechista Margaret Thatcher cada vez que hacía un recorte en Reino Unido: «There is not option» (No hay opción). Para qué mentirles: causa indignación que, para impartir una clase, no solo haya que encomendarse al Destino y encadenar tres guaguas, sino que te piquen una mochila que vale dos o tres salarios de uno”, denuncia.

Yarini Manuel Arrebola cuenta que saliendo de la Universidad a las 2 de la tarde puede que llegue a su casa hasta las 10 de la noche por la graves situación del transporte e incluso corriendo riesgos de accidentes en los autobuses colapsados.

“No voy a extenderme contando cómo ahora mismo se puede terminar un turno a las 2 de la tarde y llegar a casa a las 10:39 de la noche, tras unas siete horas de cola y otra más de viaje. Tampoco voy a extenderme en cómo la semana pasada, para dar este mismo turno, tuve que irme, durante casi un kilómetro, en el racimo que brotaba en el costado de la guagua como una inflorescencia humana”, advierte.

El profesor cubano pudo haber sido víctima de algo peor.

“Iba agarrado con el brazo derecho y apoyado únicamente en el pie izquierdo. Les juro que pensé: «Si esto coge un bache y me mato, ahí la universidad sí pone enseguida la guagua de los profesores». Pregunto yo: ¿tengo que caerme de una guagua o recibir una puñalada accidental para que vuelvan a poner la guagua? Digo lo de la puñalada porque puede darse el caso de un ladrón lerdillo que apunte mal y me atraviese el hígado en lugar de la mochila. En Macondo todo es posible”, señala agregando “De más está decir que yo llevaba la mochila puesta delante, pero al parecer el caco era bastante diestro…En la imagen: el tajo, aún fresco, en mi mochila. Esto es un hecho, pero también es una metáfora. Dice mucho que la universidad no pueda (por pobreza o por desidia) costear una guagua para sus trabajadores”.

Escrito por | Redacción TodoCuba

Fuente: TodoCuba

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