Pregoneros cubanísimos entre lo clásico y lo popular
jueves, 8 de agosto de 2019
¡Maní, manicero se va! ¡Galletas de mantequilla, sabrositas y tostaditas … galleteroooo! ¡Frutas, quién quiere comprarme frutas!…Así son los pregoneros de hoy.
Cuba no es Cuba sin pregoneros.
Y es que, con una entonación muy particular, los vendedores ambulantes se han convertido en parte de la tradición popular de la Isla.
Con sus característicos pregones, que trascienden en la música y en la cultura cubana.
Este arte de vender nació en Cuba a finales de siglo XIX y desde sus inicios, muchos pregoneros sin estudiar música fueron capaces de hacer una métrica llena de poesía que endulzaba a todo el que la escuchaba.
Hoy, con sabor y entonación continúan engatusando los oídos de gente y los convencen para que compren lo que llevan al hombro, en carros o cestas.
Y es que cada uno tiene una “historia diferente” que contar y que vender.
El arte de pregonar a inspirado a numerosos compositores cubanos a lo largo de los años, quienes han transformado pregones en pegajosos sones, mambos, danzones y chachachás.
Entre algunas canciones de este tipo que no pasan de moda y todavía se escuchan en cualquier esquina.
Se encuentran clásicos al estilo de El manisero, de Moisés Simmons; El frutero, de Ernesto Lecuona; Se va el dulcerito, de Rosendo Ruiz y la popular Frutas del Caney, del ilustre santiaguero Félix B. Caignet, por solo mencionar algunos.
Rita Montaner la famosa cantante y Bola de Nieve afamado compositor, popularizaron «El Manicero».
Precisamente, el gracioso cantadito de los pregoneros fue el artífice de todas estas obras musicales y la fuente principal de inspiración para estos autores.
Desde los que se anuncian como reparadores de cocinas, máquinas de coser, el del ambientador, el colchonero, el otro que vende escoba, cepillo, horquilla y haragán.
Aquel que compra pedacitos de oro y plata o pomos de perfumes; los pregoneros de ayer y de hoy han sabido llenar de vida, música y color las hermosas calles de toda Cuba.