Viaducto La Farola Peligros y maravillas

jueves, 1 de agosto de 2019

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Un nombre que parece combinar luces y alturas pudiera entrañar más peligros de los que imagina el transeúnte. El Viaducto La Farola es uno de esos lugares emblemáticos, una de las maravillas de la ingeniería cubana que forma parte de la Vía Azul (carretera de 154 kilómetros que une a la ciudad con Baracoa y que atraviesa de Sur a Norte el macizo montañoso Sagua-Baracoa en zigzagueante recorrido de 30 kilómetros).

Cuando en 1964, el periodista Rafael Sánchez reportaba para la revista Bohemia la construcción de la obra.

Explicaba que los ingenieros determinaron hacer una carretera de hormigón de 6 metros de ancho.

Pero como el terraplén existente no tenía el ancho requerido:

«en lugar de cortar la montaña se fundió una placa volada sobre el precipicio, sostenido en su parte saliente por gruesos pilotes de hormigón enclavados sobre la roca».

De esta manera se construyeron piezas de puentes y alcantarillas, vigas, tableros y barandas-defensa para la ejecución del plan.

La carretera en cuestión posee nueve puentes colgantes en abruptos acantilados

Y su punto más alto se halla a 600 metros sobre el nivel del mar.

Sin dudas, al transitar por allí, usted tendrá una de las vistas más espectaculares del oriente cubano, pero debe estar preparado para varios kilómetros de curvas agudas y laderas empinadas.

Y como si no bastara, puede tener también el acompañamiento de la lluvia.

Ya que en las zonas montañosas llueve más, sobre todo en las tardes.

El Viaducto La Farola conduce directo al sur, a Playitas de Cajobabo (Monumento Nacional) y posteriormente a Imías, una zona semidesértica.

También transitará por San Antonio del Sur y después la carretera gira hacia el interior, a lo largo de la bella Bahía de Guantánamo, hasta llegar a la ciudad de Guantánamo.

En ese punto, solo le quedaría 90 kilómetros para llegar a la ciudad de Santiago de Cuba.