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Las Guásimas, la batalla más grande de las tres guerras por la independencia en Cuba

Cuando volvimos con la invasión, en la guerra del 95, la manigua se había tragado las tumbas, y no quedaba nada de aquella pelea. Los más nuevos se quedaban turulatos, viéndonos buscar las sepulturas de los nuestros y también las de los gaítos que murieron en Las Guásimas. ¿Qué usted dice, periodista? Es que no lo oigo. ¿Que por dónde yo andaba en el tiroteo? Mire que ustedes preguntan, compay. Por el final del potrero grande con la tropa de Antonio Maceo, que era brigadier.



Bueno, le sigo el cuento; para que no me pregunte más, agile bien la oreja. El guateque comenzó temprano al salir nosotros rumbo a Las Villas con un aviso. Llegó el aviso y Gómez nos mandó a apostar alrededor del camino y dentro del bosque: los infantes delante y los de a caballo atrás, calladitos todos. Y le voy a decir una cosa, la verdad, para que no me tergiverse la intención: el momento más duro de una bronca es el comienzo, ese que usted sabe que viene lo que viene y a uno le entra un frío por la barriga. El alivio llega después al mandar el primer tiro. Y eso fue lo que ocurrió aquel domingo.

Cuando apareció la partida nuestra, la del coronel González, que salió a provocarlos, el suelo se quería reventar por el galope de los caballos y Gómez dejó que los españoles se metieran bien en la emboscada. A la orden de fuego, empezamos a meterle plomo; pero la de San Quintín se armó después, porque ellos quisieron huir y por el campo se oyó el toque de a degüello. El potrero se volvió una gritería. Yo no veía nada o muy poco por la nube de polvo blanco. Lo que se sentía eran gritos y en medio de los relinchos y las palabrotas se oía el choque de los machetes con los sables, y también un chasquido, como si fuera el de un coco al rajarse, y eso era que a alguien le habían llevado un trozo de cuerpo de un machetazo.

Otra caballería española llegó para ayudar a los que estaban fregando, y a esa también la pelamos al moñito. Su infantería enseguida formó los cuadros y el plomo eran tan espeso que los jinetes nuestros no podían entrarle. Entonces nosotros, los de a pie, les mandamos bala a discreción, y a ellos no les quedó más remedio que tocar el cornetín y meterse en una represa. Así los tuvimos tres días: apretaditos, tratando nosotros de forzar las barricadas y ellos a cañonazos y tiro cerrado. Al que asomara la chola, desde los árboles le hacíamos ¡bim-bam! para que le dieran el adiós o o se le quitaran las ganas de chismear.

El 17 fue un día feo. Por la madrugada, Gómez dio la orden a Maceo de que le metiera mano a los españoles, porque algunos se habían fugado y les partimos con toque de corneta; pero no pudimos llegarles. Adentro de la represa la cuestión debía andar negra, porque al amanecer se prendieron dos hogueras inmensas y empezaron a darles candela a sus muertos. La peste era tanta que del asco nos pasamos después una pila de días sin poder olisquear la carne de puerco.

A las 10:00 de la noche se sintió un tiroteo lejano, y supimos que venía una columna grande. Al otro día Gómez trató de emboscarla por Jimaguayú, aunque los gallegos no se dejaron caer en la trampa y por la tardecita entraron a Las Guásimas derechitos para la represa. Nosotros pensamos que a la otra mañana nos tendríamos que fajar con esa pelota de españoles, pero los panchos parece que estaban apretados con tanta música y en vez de fajarse recogieron el equipaje y se fueron por donde entraron y con nosotros arriba metiéndole bala hasta la cercanía con Puerto Príncipe. Dijo la gente del general Vicente García que el camino quedó lleno de muertos y no se podían contar. Y eso fue todo, periodista. Desde el 15 hasta el 19 batiendo el cobre en Las Guásimas. Al inicio 1000 mambises contra 3000 españoles y luego 5000 cuando llegó el rescate. Lo otro búsquelo en los libros, que a veces saben más que uno. Busque ahí.

¿Cómo dice? Agile la voz, que no lo oigo. ¿Que cómo me llamo? ¿Y para qué usted quiere saberlo? Mi nombre no hace falta, periodista. Otros son los importantes. Ponga el de ellos, el mío no. Yo solo soy un recuerdo. Un mambí de Las Guásimas.

El bregar de una batalla
1- El 15 de marzo de 1874 se avista la columna española. El enemigo supera  3 a 1 a los cubanos. Gómez prepara la emboscada. El propósito es causar una gran cantidad de bajas, que obligue a los peninsulares a refugiarse o iniciar una retirada lenta. Ambas opciones significarían su fin

2- En el primer golpe, Armiñán pierde más de 200 hombres. Se atrincheran en una represa. 3 000 hombres están sitiados en un espacio reducido, bajo fuego constante y con un  pozo con agua pestilente.

3- Durante los días siguientes, los mambises hacen amagos constantes con cargas de caballería. Por las noches se mantiene el fuego. Los españoles no pueden dormir.

4- El 17 de marzo el anillo se aprieta más. Los cubanos están a 150 metros de las trincheras. 200 españoles logran evadir el cerco. Antonio Maceo dirige un ataque frontal antes de amanecer

5- Una fuerte brigada de 2 000 españoles entra a Las Guásimas el 18 de marzo por la tarde. Pese a superar 5 a 1 a los cubanos, no presentan combate y se retiran bajo un hostigamiento constante. El campo de batalla queda en poder de los cubanos.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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