La historia de la Operación Peter Pan, el éxodo que sacó 14,048 menores cubanos a los Estados Unidos (+ Fotos + Video)
domingo, 26 de agosto de 2018
Han sido varias las dolorosas, masivas y en ocasiones temerarias olas migratorias de Cuba hacia Estados Unidos: Camarioca y los Vuelos de la Libertad en 1965, el Puente del Mariel en 1980 y el éxodo de los balseros de 1994 trajeron casi dos millones de cubanos al exilio.
Pero es probable que la de más carga emocional siga siendo la Operación Pedro Pan, el plan secreto de dos años para sacar a miles de menores de Cuba y librarlos del adoctrinamiento comunista.
Un total de 14,048 niños –de entre 3 y 17 años– salieron de Cuba sin sus padres entre diciembre de 1960 y octubre de 1962.
Pero sacarlos resultó lo más sencillo.
«Mis padres me dijeron que sólo estaríamos separados unos pocos meses. No los volví a ver en nueve meses», dijo Eloísa Echazábal, que llegó con su hermana en un vuelo de Pan Am en 1961.
Una vez en el sur de la Florida, los niños fueron enviados inicialmente a campamentos juveniles católicos en Florida City, Kendall, Opa-locka y uno en el sur de Dade conocido como Matecumbe. Posteriormente fueron colocados en hogares temporales en todo Estados Unidos.
Algunos vivieron más o menos satisfactoriamente hasta que se reunieron con sus padres; otros tuvieron amargas experiencias en lugares como Dubuque, Iowa; Yakima, Washington y Helena, Montana.
Alrededor de 70 por ciento de los Pedro Pan eran varones. Unos 6,000 fueron recibidos por familiares o amigos y nunca fueron a un campamento, mientras que los otros 8,000 empezaron su vida en el exilio en diversos campamentos en todo Miami-Dade.
De allí los dispersaron en 41 estados en hogares temporales, orfelinatos e internados católicos.
Eloy Cepero encontró refugio en la mansión de Coral Gables de McGregor Smith, que entonces era presidente de la Florida Power & Light. Su esposa Elizabeth se brindó de voluntaria en su iglesia metodista cuando buscaban personas para hacerse cargo de los niños cubanos.
«Nos trataron como si fuéramos sus hijos», dijo Cepero, que tiene agradables recuerdos de una casa con camareras, mayordomos y choferes. «Fueron tan cariñosos que, hasta el día de hoy, no puedo hablar de ellos sin que me emocione recordar la forma que nos trataron a mí a y mis dos hermanos».
Todos los que participaron en la histórica operación quedaron marcadas.
LAS LLEGADAS
Armados con los documentos de entrada a Estados Unidos, los niños empezaron a abordar vuelos regulares entre La Habana y Miami el 26 de diciembre de 1960.
Vestidos con sus mejores ropas, algunos llegaron llorando, otras agarradas a sus muñecas y la mayoría con ropa para una semana. A muchos les dijeron que preguntaran por ‘‘George» cuando llegaran.
George era Jorge Guarch, un bonachón empleado de Caridades Católicas que recibía los niños que no tenían familiares en Miami y los llevaba a a los campamentos hasta que los asignaran a una familia.
Para seguirle la pista a cada uno, Guarch asentó los nombres en un diario. Hoy sus meticulosas anotaciones son conocidas como el Diario del Aeropuerto y se considera la joya de los archivos de Pedro Pan en la Universidad Barry en Miami Shores.
The Miami Herald ha creado una base informática con los nombres, que está disponible en MiamiHerald.com/pedropan.
Uno de los inscritos en la lista es Frank Angones, presidente del Colegio de Abogados de la Florida, que llegó a Miami a los 11 años. Guarch lo recibió en el Aeropuerto Internacional de Miami junto con otros niños el 13 de junio de 1961.
«Fue la primera cara que vi cuando salí del avión. Recuerdo que me dijo: ‘Mi nombre es George’ ». Yo no sabía si era cubano o americano. Nos llevó en su camioneta deportiva al campamento de Kendall; era muy cariñoso con los muchachos que estaban un poco choqueados», dijo Angones, quien recuerda que durante semanas se dormía llorando en el campamento de Kendall.
«Extrañaba mucho a mis padres», dijo. Recuerda que los llamaba por teléfono. «Les decía que se apuraran y vinieran pronto».
Angones tuvo suerte. Cuatro meses después se había reunido con sus padres.
Pero la espera fue más prolongada para muchos otros cuyos padres quedaron atrapados en las tensiones políticas entre Cuba y Estados Unidos, como la invasión de Bahía de Cochinos en 19661 y la Crisis de los Misiles de 1962.
Para entonces se habían suspendido los viajes entre los dos países. Muchos padres, como los del senador Mel Martínez no pudieron salir hasta el comienzo de los Vuelos de de la Libertad, aprobados por el presidente Lyndon Johnson en 1965.
Los padres de Juan Pujol nunca pudieron salir de Matanzas. Lo enviaron solo a los 16 años.
«Por razones familiares –mi hermano estaba en edad del servicio militar obligatorio y mi abuela era muy anciana– mis padres se quedaron. No los volví a ver hasta 1979, 17 años después de mi llegada aquí», dijo Pujol, comerciante de Miami Beach, que regresó a Cuba en una breve visita para ver a su familia.
LAS SEMILLAS DE PEDRO PAN
Las semillas de la Operación Pedro Pan se comenzaron a sembrar poco después de la revolución de 1959.
En la primavera de 1960 Castro anunció el cierre de las escuelas secundarias y la apertura de «campamentos juveniles» en el campo donde los niños aprenderían a trabajar la tierra y adoptar un estilo de vida revolucionario.
A los mejores y más brillantes les daban becas para estudiar en la Unión Soviética, el nuevo aliado de Castro. En un discurso que resultó escalofriante para muchos padres cubanos, Castro anunció que «… terminaría el año escolar y movilizaría a todos los estudiantes del sexto grado en adelante a escuelas revolucionarias en el campo».
Para muchos padres, era evidente que el adoctrinamiento estaba penetrando en las escuelas públicas, privadas y religiosas de la isla.
Fue por eso que muchos cubanos de clase media y alta que se oponían a Castro empezaron a buscar la forma de sacar a sus hijos de la isla.
«La idea de mis padres era enviarnos a Estados Unidos hasta que todo esto pasara. Por aquel entonces nadie pensaba que Castro fuera a durar tanto», dijo Echazábal. ‘‘Mandarnos a Estados Unidos era sólo algo temporal para alejarnos de lo que sucedía en Cuba».
PLAN SECRETO
Algunos padres se acercaron a James Baker, director de la Academia Ruston, una escuela estadounidense en La Habana.
Se elaboró un plan secreto en el que participaban Baker, un sacerdote de Miami y el gobierno de Estados Unidos.
En diciembre de 1960, Baker viajó a Miami y se reunió con la Cámara de Comercio Americana en La Habana, tratando de asegurar fondos para unos 200 niños cuyos padres querían sacarlos de Cuba.
Se reunió también con Monseñor Bryan O. Walsh, entonces director de la Oficina Católica de Bienestar Social de la Arquidiócesis de Miami, para discutir el cuidado de los menores que viajarían sin acompañantes.
Walsh viajó a Washington para reunirse con altos funcionarios, quienes concibieron un plan sin precedentes para permitir a Walsh que firmara exenciones de visado para los niños cubanos.
Las exenciones firmadas se distribuirían por toda la isla a través de la embajada
estadounidense a los padres que quisieran sacar a sus hijos del país. Pero la operación tenía que mantenerse en secreto para protegerse del potencial arresto de los servicios cubanos de inteligencia.
Un comité de miembros de la Cámara de Comercio Americana en La Habana y un grupo de cubanos recaudaron fondos para pagar los boletos de La Habana a Miami para los menores. En una medida sin precedentes, el gobierno federal asignó aproximadamente $100 al mes a cada niño cubano.
Y la Oficina Católica de Bienestar Social asumió la responsabilidad de cuidar de los menores hasta que pudieran reunirse con sus padres.
LOS PRIMEROS NIÑOS
Sixto y Vivian Aquino fueron los dos primeros menores cubanos no acompañados que llegaron a Estados Unidos, según los archivos de la Operación Pedro Pan.
«Recuerdo que me recibieron en el aeropuerto y que nos trataron muy bien», dijo Sixto Aquino, en la actualidad banquero en Washington.
Decenas de niños más llegaron en las semanas siguientes. Pero entonces la operación se detuvo repentinamente.
A principios de enero de 1961, el presidente Dwight D. Eisenhower rompió relaciones diplomáticas con Cuba y la Operación Pedro Pan enfrentó el nuevo problema de cómo conseguir visas para los niños al no existir una embajada de Estados Unidos en La Habana.
Walsh contó en entrevistas poco antes de fallecer que había pensado que la operación había concluido después de apenas un mes. «Fue un intento hermoso», dijo.
Pero en ese momento la operación se convirtió en un esfuerzo mucho más amplio y significativo a medida que comenzaron a ocurrir cambios en Cuba.
Walsh dijo que tres factores alimentaron el pánico: los niños que regresaban de la escuela al campo, que el gobierno hizo obligatorio, dijeron que les estaban inculcando una ideología de izquierda y que los estaban obligando a entrar en la Unión de Pioneros de Cuba, una organización comunista. Además, tenían que ponerse uniformes y les dijeron que alertaran a las autoridades si sus padres no eran verdaderos revolucionarios.
ADOCTRINAMIENTO
Muchos padres vieron estas medidas como un intento del gobierno para adoctrinar a sus hijos.
La ansiedad aumentó por el arresto de más de 200,000 personas que las autoridades consideraban leales al régimen de Fulgencio Batista o que se habían puesto en contra de la revolución a la que antes habían apoyado.
El gobierno nacionalizó todas las escuelas privadas y en septiembre expulsó a la mayoría de los sacerdotes y monjas. Para fines del año, 800 estudiantes cubanos tomaban clases en países de la órbita soviética.
La escuela católica de Echazábal fue una de las que cerraron.
«Recuerdo el día que los milicianos vinieron a la escuela y dijeron a las monjas lo que tenían que enseñar, lo que la revolución les exigía», dijo. «En su lugar, las monjas decidieron cerrar la escuela y regresar a su sede en México».
En medio de la alarma por el control gubernamental de la educación, comenzaron a rodar rumores de que el gobierno iba a imponer la llamada patria potestad, arrebatando a los padres el derecho a determinar el futuro de sus hijos.
Los padres vieron la escuela en el campo, la campaña de alfabetización, el cierre de las escuelas privadas, las becas para estudiar en Europa Oriental y la posible pérdida del control de sus hijos como un llamado para enviarlos a estudiar a Estados Unidos.
«Creo que muchos padres dijeron: ‘Tenemos que sacar a nuestros hijos de aquí’ », dijo Walsh en una entrevista años después.
De modo que la Operación Pedro Pan, cuyo nombre fue acuñado por Gene Miller, periodista ya fallecido de The Miami Herald y ganador del premio Pulitzer, comenzó a funcionar en toda la isla.
UN SECRETO A VOCES
Aunque la operación se consideraba secreta en Estados Unidos, en Cuba muchos padres de clase media sabían que podían contactar a sacerdotes, maestros y trabajadores de las escuelas estadounidenses como la Academia Ruston para conseguir exenciones de visa.
Irónicamente, el nombre de la misión ilustra lo contrario de lo que sucedió a muchos de los que llegaron a Estados Unidos sin sus padres.
«Cuando me subí al avión en Cuba era un niño», dijo Angones. «Cuando aterricé en Miami era mucho más adulto de lo que debiera ser ningún niño».
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Escrito por | Redacción TodoCuba
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