Julito, el barbero de Santa Clara que ha convertido un oficio en arte
domingo, 7 de octubre de 2018
A Julito le encanta pelar, para él ser barbero no es un trabajo, es un hobby con el que gana dinero. Para hacer más completa su felicidad es, además, muy bueno; y los jóvenes de Santa Clara, la ciudad del centro de Cuba en la que vive lo mencionan como el enlace que une el arte con la barbería.
Aprendió a pelar solo en el servicio militar, con una maquinita que tenía. Al terminar siguió pelando a sus compañeros en la Universidad de Cultura Física Manuel Fajardo, donde poco a poco se fue ganando una clientela fija y perfeccionando su técnica. Lo hacía, sobre todo, porque le gustaba, pero también para buscarse unos pesos, pues “no tenía pa´ na´.
Para Julito la barbería no se puede ejercer sólo para ganar dinero, tiene que gustar porque sino todo sale hecho una chapuza. Él primero peló gratis a los “socios” del barrio y cuando sus dibujos salían mal le pasaba la máquina al cero.
Desde ahí fue evolucionando hasta llegar a su céntrico local en las cercanías del Monumento al Tren Blindado, una de las barberías más populares entre los jóvenes de Santa Clara.
Allí se habla de todo: de mujeres, de música, de religión de política, de deportes. A Julito le gusta eso. Entiende como los fígaros “de antes” que una barbería es más que un lugar donde cortarse el pelo: es un espacio de socialización donde la gente acude también para “desconectar” del estrés cotidiano y dar un poco de “chucho”.
En su barbería, toda pintada del alegórico naranja de la ciudad, se combina el arte con el deporte y los escudos del Barcelona y el Real Madrid aparecen juntos en una pared, porque no se puede perder a la mitad de la clientela y para que haya “polémica”, dice Julito.
Cada vez que un santaclareño decide hacerse un pelado raro piensa en Julito, un verdadero artista en eso de crear diseños estrambólicos. Los que más le solicitan son el degrafilado que consiste en ir subiendo los números de menor a mayor y el tiburón, que popularizara Jacob Forever.
A diferencia de algunos barberos que se especializan en un segmento de la población, Julito no tiene preferencias ni discrimina. Lo mismo pela niños que viejos, cristianos que reguetoneros, hombres que mujeres.
Julito que comenzó con una mísera maquinita de mala muerte posee hoy una decena entre semiprofesionales y profesionales con sus respectivos repuestos, pues cada pelado necesita su maquinaria y el barbero debe conocerlas y dar al cabello lo que cada cabello demanda.
A pesar de ser costosas, Julito no escatima con su negocio. Cuando tiene que importar algún equipo lo manda a buscar de los Estados Unidos. Para él la barbería es pasión y la pasión se sigue hasta las últimas consecuencias.
Fuente: El Toque
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Escrito por | Redacción TodoCuba
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