Los maravillosos Juegos Infantiles de Cuba
miércoles, 24 de julio de 2019
Entre los momentos felices de los cubanos se encuentran los juegos infantiles.
La infancia de los niños y niñas cubanas está marcada por muchísimas cosas.
Algunas son tristes, pero la mayoría son alegres, ocurrentes y están sazonadas por la picardía que demostramos desde que somos pequeños.
Si tuvieras que hacer un inventario de estos juegos, ¿por cuál comenzarías?
Si lo permites, quisiéramos compartir contigo nuestra propia lista.
Pero en primer lugar, creo oportuno hacer una distinción: tendríamos que delimitar cuáles juegos eran para niños y cuáles para niñas.
Aunque la verdad es que muchas veces esa línea imaginaria se perdía, cuando se compartía el patio de la escuela o la esquina del barrio.
Entre los varones eran muy populares:
- el burrito 21,
- las bolas,
- la pelota,
- bailar el trompo,
- montar chivichana y
- empinar papalotes.
Las niñas preferían:
- los yaquis,
- saltar la suiza y
- el pon.
Sin embargo, de los Juegos infantiles, compartíamos el cachumbambé, los escondidos, la botellita y el dominó.
¿Cuántas veces tu mamá no echó una voz para que fueras a almorzar cuando mejor estaba un partido de pelota?
¿O si te tocaba el turno en las bolas y tenías el mecho listo para liquidar a un adversario?
«Mamá, espérate un momentico. Ya lo tengo muerto», podría haber sido la frase ante la voz altísima de la «vieja».
Y hoy te preguntas cómo lograba averiguar dónde estabas cuando, llegado el fin de semana, te perdías con los muchachos del barrio a corretear.
A mi particularmente me gustaba empinar papalotes. ¿A ti también?
¿Qué tenías: un coronel o una chiringa?
Las tardes con algo de viento eran las mejores.
Luego de armarlo, salía corriendo con mi hermano más pequeño hasta el área deportiva.
Siempre queríamos ser los primeros, porque en un abrir y cerrar de ojos, aquello se llenaba de muchachitos de siete, ocho o nueve años.
¿Nunca echaste una pelea de papalotes? Déjame que te cuente.
Si había rivalidad con algún papalotero, se le ponía una cuchilla de afeitar rusa en el rabo de la cometa y se empinaba bien alto.
Cuando llegaba el contrincante, sin que este supiera del objeto cortante, uno se aproximaba poco a poco y hacía una pirueta con el cordel o el hilo del papalote, y lo tiraba contra el otro.
Si había buen aire y suerte, de seguro se lograba derribar al adversario.
Así transcurrió, más o menos, nuestra infancia, esa edad dorada llena de inocencia, fantasía y entusiasmo.
Ahora me gustaría saber cuáles juegos te gustaban más. ¿Te animas a hacerlo?
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Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Ramón Zamora Crespo
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