Esta es la leyenda del marabú en Cuba
domingo, 10 de enero de 2021
Según los expertos, el azote de la Dichrostachys cinerea, una planta de espinas mejor conocida como marabú, originaria de África del Sur y propagada cuantas veces se ha querido en Cuba, fue introducido a la isla a través de barcos negreros, donde también se transportaban reses para alimentar a la tripulación e intercambiar en los puertos por otros insumos.
El marabú se ha convertido en una verdadera plaga
Por lo general, como estos animales se alimentaban del marabú en las costas africanas, cuando se le hacia la limpieza a los barcos en nuestras playas se arrojaban miles de semillas, siendo llevadas tierra adentro por las aves. También el traslado del ganado de una hacienda a otra, sin ningún tipo de control sanitario, ayudó a propagar la planta, un arbusto de estructura fuerte que hoy día amenaza el agro cubano por invadir grandes tierras, pero en especial las destinadas a la ganadería.
La leyenda sobre su introducción en Cuba
Sin embargo, sobre la presencia de esta planta en Cuba, existe una curiosa leyenda desde hace muchos años. Se cree que hacia mediados del siglo XIX fue ocurrencia de la aristocrática criolla Doña María Monserrat Canalejos, esposa del influyente patricio Gaspar Betancourt Cisneros, ambos de la ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, traer desde Milán, en Italia (y no desde África), varios ejemplares del arbusto de jardín Tamarix gallica, al que comúnmente le llaman marabú, taray o tamariz. Las elegantes flores del taray se asemejan a las plumas de la cola del ave africana conocida como marabú.
Doña María pidió que fueran sembradas las plantas en la hacienda La Bola, ubicada a la orilla del río Tímina, al sur del poblado. Ese espacio hoy lo ocupan los repartos La Belén, Baronía y Ramírez. Las plantas se propagaron rápidamente a otras tierras, jardines y parques. Incluso con estos arbustos Doña María ayudó a construir el amplio parque del Casino Campestre. Allí existen en la actualidad ejemplares de la Tamarix descendientes de aquellas donadas para embellecer la villa hace mucho más de un siglo.
La confusión podría deberse a que la Tamarix tiene un cierto parecido con la malévola Dichrostachys cinerea, marabut o espina maldita, según la traducción árabe. Esas características con el nombre y la similitud de su exterior, trajeron confusión. No fue tanto por lo externo sino más que todo por el nombre. De allí se ha culpado por muchos años el recuerdo de la esposa del noble lugareño. Esta injusticia histórica los ha perseguido hasta hoy, a pesar de que actualmente se sabe cuándo y cómo se introdujo el marabú a nuestras tierras.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Adelante / Archivo TodoCuba
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