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Emilio Núñez, el general mambí al que los españoles nunca pudieron atraparle un barco

Hasta la llegada del general Emilio Núñez a la jefatura del Departamento de Expediciones del Partido Revolucionario Cubano la historia de las expediciones mambisas había rayado en el desastre. Barcos caros y podridos se iban al fondo del mar, se veían imposibilitados de partir con los pertrechos necesarios para ayudar al Ejército Libertador cubano o eran capturados por los españoles. Pero con su llegada todo cambió: a este mambí los españoles nunca pudieron capturarle un barco.

Emilio Núñez nació el 27 de diciembre de 1855 en Sagua la Grande, Las Villas y casi al final de la Guerra de los Diez Años, en 1876, se incorporó al Ejército Libertador cubano a las órdenes del general de brigada Henry Reeve, “El Inglesito”.



Estomatólogo de profesión fue de los generales mambises que tuvo el honor de pelear en las tres guerras que los cubanos libraron contra España por su independencia. Durante la Guerra Chiquita fue el último de los mambises en rendirse y sólo lo hizo cuando le escribieron los patriotas desde Estados Unidos pidiéndolo que depusiera las armas y salvara su vida para futuras contiendas pues el esfuerzo era inútil.

Colaborador cercano de José Martí estuvo entre los fundadores del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en 1892 y de los primeros que estuvo dispuesto a marchar a Cuba tras el alzamiento del 24 de febrero de 1895.

Sin embargo, los emigrados cubanos le pidieron que se hiciera cargo del Departamento de Expediciones del PRC, pues los pertrechos y los barcos se estaban perdiendo por la mala gestión de patriotas inexpertos.

Con grado de brigadier organizó más de 20 expediciones de auxilio al ejército mambí y condujo varias él mismo a la Isla como jefe de mar. A pesar de las difíciles condiciones en que estas se organizaban y de la vigilancia de las fuerzas navales españolas, durante los dos años que estuvo frente al Departamento de Expediciones del PRC no perdió ni un barco ni un cargamento.

Concluida la guerra le cupo el honor de ser uno de los cinco generales que acompañó a Máximo Gómez durante su entrada triunfal a La Habana; y cuando la Asamblea del Cerro decidió deponer al anciano general dominicano del mando del ejército cubano, su voz fue de las pocas que se alzó en el recinto para protestar contra esa decisión.

Fue el primer gobernador de La Habana tras el fin del dominio colonial español y en 1911 los veteranos del Ejército Libertador lo eligieron como presidente de su Asociación.

Por último fue vicepresidente de la República durante el mandato del Mayor General Mario García Menocal entre 1917 y 1921.

Falleció en La Habana al año siguiente cargado de honores y el pueblo acompañó su sepelio hasta el cementerio en medio del más respetuoso silencio.

Escrito por | Redacción TodoCuba

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