El mítico Castillo de Averhoff, un palacio de lujo en medio de uno de los barrios más pobres de La Habana
martes, 16 de octubre de 2018
Nunca se ha sabido que impulsó al acaudalado farmacéutico Ernesto Sarrá a edificar en 1917 un lujoso castillo medieval en medio de Mantilla, uno de los barrios más pobres de La Habana; pero igual se lo traspasó a su hija Celia como regalo de bodas cuando esta se desposó con Octavio Averhoff.
Desde entonces la pareja hizo del palacete de estilo inglés su residencia y los vecinos circundantes que debieron sentirse como los siervos de la gleba ante los muros de las antiguas fortalezas medievales comenzaron a llamarle Castillo de Averhoff.
Octavio Averhoff, a quien apodaban “Coquito”, llegaría a ser rector de la Universidad de La Habana y durante el gobierno del general Gerardo Machado desempeñaría las carteras de Hacienda y Educación. A la caída de Gerardo Machado, el 12 de agosto de 1933, Averhoff abandonaría el país en el mismo avión del presidente.
Como el político había sido uno de los más fieles colaboradores de Machado, por el que el pueblo había perdido toda simpatía, las turbas aprovecharon para saquear su castillo y llevarse hasta el repello de las paredes.
Coquito regresó años después y comenzó un proceso judicial para que le devolvieran su castillo que había sido confiscado por el Estado cubano y convertido en una unidad de policía. Aunque logró su propósito quedó conmocionado con las condiciones en que lo habían dejado sus ocupantes y se estableció en el Vedado.
Sólo eventualmente utilizó Averhoff el castillo como casa de veraneo, hasta que la familia abandonó el país tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959.
El humilde pueblo de Mantilla rodeó el Castillo de Averhoff – que resultaba un anacronismo total en la localidad – de las más truculentas historias. Aseguraban los vecinos que Coquito se encerraba en él para celebrar enormes orgías y que en sus sótanos existían calabozos y cámaras secretas de tortura que habían sido construidas durante el gobierno de Gerardo Machado.
En el colmo del imaginario popular llegaron a afirmar los vecinos de Mantilla que el Castillo de Averhoff estaba conectado a través de un túnel secreto con el Castillo de Atarés en la bahía de La Habana… toda una locura.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el inmueble fue expropiado de nuevo por el Estado cubano que desde entonces lo ha destinado a los más variados usos.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
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