Los Museos rodantes a través de toda Cuba
lunes, 10 de junio de 2019
Toda Cuba, esta ubicada en el séptimo país del mundo en poseer ferrocarril, hasta la fecha posee más de 9300 km compuestas por vías férreas y es la única isla del Caribe que lo tiene hasta ahora.
Sin embargo, el ferrocarril sufrió un estancamiento en su desarrollo que lo ha distanciado considerablemente de los estándares europeos o norteamericanos.
Por ejemplo, las vías electrificadas no lograban llegar a los 200 km de longitud.
Y la puntualidad de los trenes no tiene muy buena fama que digamos.
Con la excepción del llamado ¨especial¨ o «francés», que va de La Habana a Santiago de Cuba.
Pero tranquilo lector, que todo tiene su historia en Toda Cuba.
Este ferrocarril fue habilitado en Cuba para la década de 1830. Su promotor fue Claudio Martínez de Pinillo, el Conde de Villanueva, criollo de origen español.
La locomotora más antigua conservada en Cuba es «Junta de Fomento».
Fue declarada Monumento Nacional en el 2002, y se llama así en reconocimiento a la magna obra del Conde de Villanueva.
Su debut ocurrió en Matanzas, el 16 de agosto de 1843. Representa símbolo del inicio del ferrocarril, no solo en la isla, sino en el mundo.
Más del 70 por ciento de sus piezas actuales son las originales.
Autorizado por la Reina Isabel II, fue financiado por bancos ingleses con un costo estimado de dos millones de pesos en oro.
En la construcción de sus primeros tramos murieron más de 2.000 trabajadores, muchos de ellos en régimen de esclavitud.
Comenzaron a construirse de manera independiente tramos ferroviarios a lo largo del país, que se unirían años más tarde, en 1902, cuando el Presidente Tomás Estrada Palma Inaugurara la vía Habana Santiago, aunque esta idea data de 1853.
Tras el triunfo de la Revolución se creó la Empresa Consolidada de Ferrocarriles Nacionales, se importaron 80 locomotoras de la URSS, Francia e Inglaterra.
Se reconstruyó la línea central, y el 29 de enero de 1975 se realizó el acto por la conclusión del primer tramo de vía.
Muchas razones, entre ellas económicas detuvieron el desarrollo ferroviario en el país.
Las máquinas de entonces son las que aún se deslizan por las vías, llevando en su interior indescriptibles inventos que sustituyen las ya obsoletas piezas y las mantienen vivas, pues el empeño y el ingenio de los cubanos es de temer.
Cuba, que además se jacta de su singularidad, exhibe entonces estos museos rodantes, que son hoy el atractivo de los turistas, quienes, tras el chirriar de la chimenea, se aglomeran próximos a la línea para fotografiar al monstruo que se abalanza sobre ellos.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Archivo TodoCuba
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