Cuatro joyas del ballet cubano: Loipa Araújo
viernes, 12 de abril de 2019
El Ballet Nacional de Cuba goza de reconocimiento de la crítica internacional, por su singular manera de hacer la danza y su vasta preparación, no es para nada incierto que estos calificativos los ha ganado a base de mucho sacrificio y años de entrega a la formación de grandes talentos que contribuyen a hacer brillar el nombre de la institución danzaria. Uno de estos nombres es el de Loipa Araújo.
Sin lugar a dudas ha sido Alicia Alonso su figura principal, pero de igual forma han contribuido otras bailarinas a que se convierta en un importante exponente del Ballet Clásico.
Esta afirmación es fácil de justificar a través de las Cuatro joyas del Ballet Cubanos dentro de las que figuran Aurora Bosch, Josefina Méndez, Mirta Plá y Loipa Araújo.
¿Quien es Loipa Araujo?
La ruta cultural de estas líneas nos conduce hacia la figura de Loipa Araújo, la cual comenzó su carrera danzaria cuando contaba con tan solo 7 años de edad en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana.
Posteriormente incursionó en el Ballet Alicia Alonso donde recibió lecciones de grandes maestros como Fernando Alonso, José Parés y enseñanzas de la propia Alicia Alonso que contribuyeron a su posterior desempeño sobre las tablas.
Dentro de sus más reconocidas actuaciones se encuentran Giselle, El Lago de los Cisnes, Coppelia, Diógenes ante el Tonel, entre otros clásicos.
Por su espléndido talento llegó a actuar con numerosas compañías de diferentes países.
Por el año 1967 llegó a convertirse en la primera figura de este importante Ballet.
La recibieron las tablas de importantes escenarios del mundo entero, su técnica variada, estilo propio y desempeño en la danza le permitieron recibir invitaciones de distinguidas compañías del mundo entero que se dispusieron a convidarla a formar parte de su elenco por alguna temporada o a participar en algún certamen de Ballet .
Bailó para el Teatro Griego de Los Ángeles, el Bolshoi de Moscú, la Ópera de Niza, en Francia y fue Primera Bailarina Invitada del Ballet de Marsella Roland Petit, espacios que le permitieron además de mostrar su talento adueñarse de tendencias variadas que influyeron también en su desempeño profesional.
Su arte brilló también al igual que el nombre de Cuba en transcendentales Festivales como en el Festival Mundial de Japón, el Internacional de Ballet de Lausana y el de Edimburgo, en Gran Bretaña por mencionar solo algunos.
Una vez finalizada su carrera como bailarina sus aportes estuvieron marcados por su papel de pedagoga, Loipa agrupa dentro de sus méritos el de saber conducir y dejar una huella importante como Maître Principal del Ballet Nacional de Cuba, colocación desde la que ha dotado a diferentes generaciones bailarines de conocimientos danzarios y de experiencias propias sobre las tablas que han resultado suficientes para su formación y el estrellato dentro de la compañía.
Igual función ha ocupado dentro de otras compañías internacionales como Ballet de Bellas Artes de México, el Real Ballet de Londres, Inglaterra y el Ballet de la Ópera de Roma, en Italia.
Por su labor imperecedera y sus interpretaciones y aporte al Ballet Clásico, ha recibido notables condecoraciones dentro de las que destacan el Grado de Caballero, en Francia como una de las más importantes a nivel internacional y la condición de Doctora Honoris Causa por el Instituto Superior de Arte, galardón que lleva intrínseco sus más notables enseñanzas como pedagoga.
Su destacada historia, su expediente artístico colmado de logros y de aportes a la cultura cubana la hacen formar parte de las Joyas del Ballet Cubano definidas así por el crítico británico Arnold Haskell, en un artículo publicado en la prensa nacional en el año 1967.