Las Parrandas de Remedios: La tradición que comenzó con una misa
martes, 23 de julio de 2019
Cada año, un poblado de Villa Clara, en el centro de Cuba, se vuelve una batalla campal, con Las Parrandas de Remedios.
Es conocido que cada quien escoge su bando:
El Carmen o San Salvador, y durante todo un día se demuestra qué barrio es mejor a base de petardos, voladores y fuegos artificiales.
Lo que casi nadie sabe es que todo inició por una misa.
Las Parrandas de Remedios comenzaron hace ya cinco siglos.
El Padre Francisco de Quiñones, que oficiaba en la iglesia de la localidad, se dio cuenta de que los feligreses preferían dormir antes que asistir a la Misa del Gallo.
La solución del sacerdote fue utilizar a los muchachos del pueblo para despertar con pitos, fotutos y latas a los vecinos, obligándolos a acudir a la ceremonia religiosa.
Cinco siglos después la tradición sigue vigente.
Por supuesto, ya no solo los muchachos del pueblo se encargan de despertar a los feligreses con su bulla, ahora, simplemente, no se duerme.
Los palos y latas se transformaron en el espectáculo de fuegos artificiales más majestuoso de Cuba.
En los días previos a la celebración, tradicionalmente efectuada el 24 de diciembre.
La población participa en la organización de las carrozas.
Los trabajos de plaza y el montaje de los fuegos artificiales, con el propósito de ver emerger como triunfador a su banda.
Durante 24 horas se turnan los barrios para, a base de voladores, morteros, palenques y fuegos artificiales.
Mostrar a los remedianos y visitantes del resto de Cuba y el mundo, todo un espectáculo de sana competencia, música y color.
Las Parrandas son concentración de pura adrenalina.
El cielo de la ciudad apenas puede divisarse.
Las continuas explosiones de fuegos artificiales obligan a los espectadores a correr de un lado a otro en busca de refugio en portales de casas y establecimientos.
El sonido es contagioso y único.
El repique típico de estas festividades se logra con instrumentos como rejas, cencerros, tambores y trompetas, y recuerda el tañido de las campanas para convocar a los fieles a misa de Navidad.
¿Al final cómo se decide el ganador?
Pues de la manera más cubana posible: a ritmo de conga.
A las seis de la mañana comienza a sonar la tradicional conga y el barrio para donde vayan las personas se selecciona como vencedor y se iza su bandera en el trabajo de plaza.
Del padre Quiñones, la verdad ya muchos no se acuerdan.
Sin embargo, mucho hay que agradecer al sacerdote que, por invitar a sus feligreses a la misa, dejó para la posteridad una fiesta Patrimonio Cultural de la Nación.