El cine Payret y las muertes que se cobró como teatro maldito
jueves, 6 de julio de 2017
Hay sitios que parecen marcados por la fatalidad porque una y otra vez se ven involucrados en sitios que marcan su historia y le van dibujando ese halo de mala suerte. En enero de 1877 el teatro Payret abrió por primera vez sus puertas al público pero antes de la inauguración ya habían pasado algunas cosas. En plena construcción del edificio, cuando las paredes se levantaban unos pocos metros, un temporal las derribo; y la misma noche de la inauguración se incendió una de las tuberías del gas que alumbraba el teatro aunque sin daños mayores. Su dueño, Joaquín Payret, llega desde España en la década de 1850 en busca de fortuna y en 1860, después de ahorrar por varios años, invierte todo su dinero en un negocio de carnicería.
Con las ganancias de su nueva empresa se decide arriesgar y en 1876 comienza a construir, en terrenos adquiridos al estado, el inmueble que hoy se conoce como cine Payret. Se inaugura el 21 de enero de 1877 con un concierto benéfico, con el destino de que lo recaudado en las entradas fuera a engrosar los fondos de la Casa de Beneficencia. En sus inicios también se le conocía como Teatro de la Paz pues el Payret se inaugura en 1877 y un año después, en 1888 se firma el Pacto del Zanjón, que marcó el fin de la Guerra de la Diez Años entre cubanos y españoles. Además se le conocía como el Coliseo Rojo por ser este el color predominante en su sala.
La primera ópera que se puso en sus tablas fue La Favorita, de Gaetano Donizetti. Ya desde esa primera temporada de ópera las cosas no fueron muy bien no teniendo mucho éxito la puesta aun siendo muy apreciada por el público habanero. Al año siguiente vuelve otra temporada de ópera, estrenándose la obra La forza del destino, una representación que siempre se consideró que traía mala suerte a las salas donde era exhibida. Miren si era así que de las 18 obras de Verdi estrenadas en Cuba en el siglo XIX, en el teatro Tacón, la única que nunca estuvo en cartelera fue la referida. Aparte de los constantes fracasos de sus temporadas de ópera, Payret contrajo muchas deudas y no las podía pagar pues pensaba hacerlo con las ganancias de su teatro. En el año 1882 el Ayuntamiento termina por incautar el inmueble por sus grandes deudas por contribución.
A la historia de sucesos desgraciados se sumaba así la ruina de su primer propietario, quien invirtió todos sus recursos en darle vida a esa empresa y murió pocos años después de la inauguración recluido en el manicomio de la Quinta del Rey. Pero no termina aquí la mala fortuna de los dueños de este inmueble, poco antes de la muerte de Payret el teatro paso a manos de unos de sus constructores, el ingeniero Enrique Sagastizabal, quien murió aplastado por el derrumbe de una de las paredes del teatro en 1883.
En 1948, después de casi medio siglo de vida, el viejo edificio fue cerrado y adquirido por la compañía Falla Gutiérrez para su total reconstrucción y aunque es cierto que la reparación del inmueble era impostergable sus ejecutores no tuvieron en cuenta que estaba considerado como uno de los más bello de América y estimado como monumento nacional. Hoy en el lugar donde estuvo tan magnifico teatro se encuentra el Cine Payret, y como homenaje a su creador aun su nombre sigue, con grandes letras lumínicas, alumbrando las noches habaneras.