Chinos en Cuba, parte de la historia y cultura de la isla
miércoles, 2 de octubre de 2019
El 2 de enero de 1847, más de 300 campesinos chinos, contratados como braceros, embarcaron en la fragata Oquendo, en el puerto de Amoy, en Cantón, en dirección a la isla de Cuba.
Iban vestidos con atuendos ideales para realizar labores agrícolas. Todos soñaban con mejorar económicamente y poder ayudar a sus familias a salir de la miseria. La esperanza de regresar pronto a casa estaba en sus corazones. El 3 de junio de aquel año, después de ciento cuarenta y dos días de viaje y atravesar dos océanos, entraban en el puerto de La Habana los 206 sobrevivientes de la dura travesía.
Durante el siglo XIX llegaron miles de chinos a Cuba
Diez días después de la llegada del Oquendo, llegaban a Cuba 365 otros chinos a bordo del Duque de Arguile. Durante el siglo XIX llegaron a la isla miles de chinos que vinieron a ocupar el lugar de los esclavos en el duro trabajo de las plantaciones de caña de azúcar, que constituían la mayor fuente de riquezas de la nación cubana.
Se había prohibido el comercio de esclavos provenientes de África, por lo que China se convirtió en la nueva proveedora de mano de obra barata,
Los trabajadores asiáticos venían con un contrato por ocho años. Pocos alcanzaron a regresar a su país con algo de dinero. No les quedó otra alternativa que permanecer en las labores agrícolas o quedarse en algún asentamiento, especialmente en La Habana, trabajando en oficios diversos.
En lo que hoy es Centro Habana, en las cercanías de las calles Dragones, Zanja, Rayo y San Nicolás, modestamente se asentaron muchos chinos. Ellos ejercieron profesiones como lavanderos o vendedores ambulantes de viandas, frutas, verduras etc. Así nació lo que hoy conocemos como el Barrio Chino de La Habana.
Crearon sociedades como medio para facilitar su estancia en la isla y su supervivencia económica y cultural. La mayoría de las sociedades se localizaron en el Barrio Chino de La Habana y con ellas protegían su identidad y buscaban modos de mejorar su situación. Estas sociedades crearon un asilo para ancianos chinos, un periódico y un cementerio que, aún hoy, existen.
Luego de la revolución disminuyó la emigración
Debido a la Revolución del país asiático se detuvo la emigración, y con el triunfo de la Revolución cubana algunos chinos comerciantes decidieron abandonar la isla. Como consecuencia, en la década del 1960, se observó una disminución de la población china en Cuba. Hoy en día solo quedan algunos descendientes, los cuales organizan y propician el desarrollo de sus sociedades y la conservación de sus costumbres y tradiciones, las cuales han sufrido la transculturación.
Los inmigrantes procedentes de China eran en su gran mayoría hombres. Al contrario de las comunidades chinas en otros países, los chinos en Cuba se vieron en la necesidad de formar una comunidad abierta, al unirse a las mujeres negras, mulatas o provenientes de las Islas Canarias. Los rasgos étnicos de los descendientes chinos son verdaderamente la herencia que nos han legado. Debido a que la crianza de los mestizos chinos estuvo en manos de sus madres cubanas, los hijos asumieron la cultura, el idioma y las costumbres de las mismas. De hecho, ni siquiera llegaron a aprender el idioma de sus orígenes.
El arraigo de los chinos en la isla y su sentido de pertenencia, les llevó incluso a participar en el bando mambí en las guerras de independencia: «no hubo un chino cubano desertor, no hubo un chino cubano traidor», dijo Martí en alguna ocasión. La historia cubana lleva a los chinos en ella, quienes aportaron sus rasgos, presencia y herencia. Aunque su influencia no ha sido tan visible como las de las culturas de los que llegaron de África, se han convertido en parte imprescindible e importante de la historia y la cultura cubana.
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