Las Charangas de Bejucal y el origen de su historia

lunes, 12 de agosto de 2019

Bejucal, en el occidente del país, es uno de los municipios más emblemáticos de la provincia Mayabeque. De allí pervive la tradición de las Charangas, desde el 2015 consideradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación.

La competencia entre esclavos y españoles

Según Ibrahim Cabrera, que actualmente trabaja como diseñador de las carrozas, a mediados del siglo XIX en Bejucal existían tres centrales azucareros y cuatro cafetales.

…“Las Charangas en su momento nacen porque los españoles de la época querían captar a los esclavos para su religión, la cual era la religión católica. Entonces los dueños de las tierras donde estaban asentados les permitieron a ellos disfrutar una noche de fiesta cada 24 de diciembre”….

A partir de esa decisión y como muestra de agradecimiento los esclavos salían cuando se acababa la Misa del Gallo, a las 12 de la noche y hacían su conga. La gente se adaptó a esperarlos en el atrio de la iglesia.

Fue entonces cuando los españoles comenzaron a sentir envidia de aquel espectáculo y formaron su propio bando. De esa manera, por un lado se tocaba música española y por otro, se escuchaba a los esclavos con sus tambores.

Se calcula que en el período 1813-1823 haya comenzado la tradición de las Charangas.

¿Cómo se construían las carrozas y el ganador?

Según reseña la revista La Calle del Medio, cuando la competencia se hizo más seria, varios hombres cargaban sobre sus hombros iniciativas artesanales representadas con materiales de poco peso.

Los adornos de las carrozas y el ambiente se alumbraban con velas y todo semejaba una procesión católica.

Ya a principios del siglo XX, las carrozas de estas festividades eran guiadas por bueyes.

Además se iluminaban con carburo, y estaban construidas con armazones de madera.

Las carrozas recorrían el pueblo acompañadas de tambores a ritmo de son y rumba.

Desde entonces hasta hoy, la población elige al bando ganador absoluto por medio de aplausos.

Además, el bando rival tenia que estar de acuerdo con este triunfo, tal y como lo dio a conocer la historiadora Aisnara Perera.

…»nunca el triunfo estaba completo hasta que el contrario no reconociera la superioridad de sus contrincantes”.