Palacio de Blanco: símbolo de la realeza de Cienfuegos

domingo, 29 de septiembre de 2019

En la céntrica avenida de San Fernando, donde se encuentra el bulevar, se alza el Palacio de Blanco: un edificio esquinero que se lleva media manzana y que constituye una de las construcciones más vistosas de la ciudad de Cienfuegos.

Se trata, sin lugar a dudas, de una de las residencias más bellas e importantes construidas fuera de la capital durante el siglo XIX. Además, es uno de los exponentes más valiosos de las construcciones domésticas cubanas del siglo. El Palacio de Blanco se construyó como casa de vivienda en el siglo XIX y fue declarado como Monumento Local en 1990. Esta categoría le ha permitido que sea preservada como uno de los exponentes arquitectónicos por excelencia de la ciudad.

Es importante destacar que la ciudad de Cienfuegos, la cual se encuentra ubicada la región centro sureña de la Isla, se considera como uno de los lugares más destacados en lo que se refiere a la cultura de la mayor de las Antillas.

El comerciante canario José Quesada Sada fue quien mandó a construir la casona esquinera de dos plantas, en la década de 1870. Años después, el inmueble pasó a la propiedad de Manuel Blanco Ramos, otro español procedente de Ortigueira, en La Coruña, quien realizó grandes reformas en el caserón. Desde entonces, sería conocido como Palacio de Blanco por el apellido de su propietario.

Características distintivas del Palacio de Blanco

El Palacio de Blanco se distingue por su herrería, exquisitamente detallada, en la que se pueden apreciar decoraciones en forma de flores remachadas. Su estilo es ecléctico, aunque en su interior predominan muchos elementos clásicos que fueron comunes en las construcciones cubanas de las primeras décadas del siglo XX.

Por su parte, la fachada del edificio está estructurada por pilastras toscanas, guardapolvos, cornisas con dentillones y molduras. En ella, predominan los elementos clásicos, los cuales eran comúnmente utilizados durante esta época.

Sus vidrieras que conforman la forma de una palma real, árbol nacional de Cuba, son únicas en el país y se consideran una verdadera joya. De igual forma lo son los coloridos vitrales y las escaleras interiores de maderas preciosas del país que conducen al segundo nivel. Ya en la segunda planta dan lugar a dos pequeñas escalerillas que conducen al mirador, uno de los principales atractivos del palacio.

Durante el siglo XX, el inmueble sufrió muchas modificaciones, especialmente en su planta baja. Esta última fue utilizada como vivienda, comercio, oficinas e incluso, escuela religiosa. Estos cambios, junto al abandono y la falta de mantenimientos, provocaron que el Palacio de Blanco estuviera a punto de perderse por completo.

El palacio pasó a manos de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA)

Por suerte, el gobierno provincial tomó la decisión de entregar el inmueble a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) para que fuera su sede. Los artesanos tomaron un edificio colonial en peligro de desaparecer y lo devolvieron a su antiguo esplendor.

Durante la cuidadosa reparación y restauración salieron a la luz algunos elementos antiguos como la red de abasto de agua y de salida de residuales, los cuales fueron estudiados cuidadosamente por la Oficina del Conservador de la Ciudad y los especialistas de Patrimonio cultural.

El Palacio de Blanco se convirtió en Palacio de la Artesanía. Hoy en día, es uno de los inmuebles más atractivos y, entre los que se encuentran abiertos al público en el bulevar de Cienfuegos y al que muchos cubanos y turistas acuden durante sus visitas.

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