Estos son los zares del coronavirus en América
miércoles, 22 de julio de 2020
La Habana, 22 de julio de 2020.- Son eminencias en sus profesiones pero sus jefes los desautorizan. Veteranos especialistas y una mujer que tiene por bandera la ciencia y el optimismo y ciencia por bandera. Estos son los «zares» del coronavirus en América, técnicos que de un día para otro se vieron bajo los focos, como la imagen de la lucha contra la primera pandemia del siglo.
Se han convertido en el referente en sus países. La población los mira en espera de respuestas y confianza, o tal vez buscando alguien contra el que encauzar la incertidumbre y el miedo. Tal ves son chivos expiatorios en medio de algo tan abstracto y «nuevo» como una pandemia.
Sus perfiles, lejos del de políticos tradicionales, tienen el denominador común de ser científicos experimentados, acostumbrados a trabajar en la sombra y que están mostrando inéditas dosis de paciencia y humanidad aún en el centro de la atención mediática.
Fauci y López-Gatell: Eminencias desautorizadas
A los rostros de la lucha contra la pandemia en Estados Unidos y México les une la frustración de no ser respaldados en la práctica por sus presidentes -Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador-, quienes primero restaron importancia al virus y después, han hecho en público lo contrario a lo que predican sus autoridades sanitarias.
El responsable de la estrategia de EE.UU, el doctor Anthony Fauci, de 79 años, es uno de los más reputados y experimentados. Ha batallado contra epidemias mortíferas como el VIH o el ébola, bajo las órdenes de todos los presidentes del país desde Ronald Reagan (1981-1989).
Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas desde 1984, Fauci fue uno de los primeros expertos en avisar de los peligros de la COVID-19 en enero.
«Incluso antes de que supiéramos que era un coronavirus, afirmé que realmente sonaba como un tipo de coronavirus-SARS», aseguró este experto, célebre en los círculos médicos globales como eminencia en la lucha global contra el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Pero eso no le ha garantizado el favor de Trump, con quien ha tenido sus más y sus menos, especialmente cuando el mandatario ha hecho afirmaciones sin base científica -como cuando especuló con promover la ingesta de lejía como medida contra el virus- que Fauci se veía obligado a desestimar minutos después.
Con todo, la importancia de Fauci, quien corre a diario para mantenerse en forma, en el equipo de la Casa Blanca contra el coronavirus es enorme, algo que se puede intuir en que su sueldo, cercano a los 400.000 dólares anuales, casi dobla el del vicepresidente Mike Pence, que gana 235.000 dólares.
Según una encuesta de The New York Times, el 67 % de los estadounidenses asegura fiarse plenamente de él cuando habla de la pandemia, frente al apenas 26 % que dice hacerlo de Trump.
Al otro lado del Río Grande, el responsable mexicano del enfrentamiento a la COVID-19 también ha padecido el «papelón» de que su jefe, el presidente López Obrador, no predique con el ejemplo: en un inicio menospreció la enfermedad pero luego dejó el asunto en manos de perfiles técnicos.
El elegido fue Hugo López-Gatell, de 50 años, cirujano y subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, quien saltó a las portadas como encargado de diseñar el combate a la pandemia e informar a diario sobre su avance.
Este doctor, quien ocupó un cargo técnico durante la pandemia de la gripe A(H1N1) en 2009, enarbola como gran éxito la reconversión hospitalaria del país, que ha permitido sortear la saturación de los centros médicos.
También acuñó el eslogan «Quédate en casa» y diseñó un confinamiento voluntario, consciente de que millones de mexicanos necesitan salir a la calle a diario para buscarse la vida.
Su seriedad, elocuencia y paciencia fue aplaudida inicialmente por muchos: se convirtió en un auténtico fenómeno de internet, que se inundó de «memes» y grupos de apoyo.
Pero cinco meses después de la llegada del SARS-CoV-2 al país, su imagen se ha desgastado por sobreexposición mediática -una hora diaria ante la prensa – y una pandemia que no amaina, con casi 350.000 contagios y más de 39.000 muertos.
Los pronósticos fallidos han sido su talón de Aquiles, pues vaticinó erróneamente que la COVID-19 dejaría 8.000 muertos y tendría su pico en mayo.
Ahora se escuda en que siempre dijo que la pandemia sería «larga» y augura que la enfermedad seguirá causando estragos al menos hasta octubre.
Durán y Prieto: Zares del coronavirus con fe en el factor humano
En Cuba y Bolivia el libreto de la pandemia ha tenido escenas distintas pero en los expertos al frente coincide un factor humano y entrañable que les ha hecho ganarse el favor popular.
El «zar del COVID-19» en Bolivia es Virgilio Prieto, jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud. Con años de experiencia en la lucha contra el dengue y epidemiología pediátrica. Durante muchas noches ofreció en vivo el informe diario televisado sobre el avance de la enfermedad. Luego fue sustituido por un video con gráficos.
Este adulto mayor daba una imagen bondadosa cuando se quedaba en silencio ante la cámara buscando un dato traspapelado, sobre una banqueta demasiado alta para su estatura.
A veces concluía con anécdotas como que de joven fue futbolista profesional. También recordó la de unos niños que se hicieron picar por una viuda negra queriendo imitar al Hombre Araña.
Aunque ya no dé el parte, ha seguido en la palestra con consejos. Advierte que Bolivia no puede celebrar elecciones en septiembre mientras sigan creciendo los contagios.
Otro de sus méritos es haber «sobrevivido» a tres ministros de Salud en pocos meses. Notable en un contexto en el que las políticas de sanidad han tenido giros constantes.
A miles de kilómetros, en el Caribe, otro veterano epidemiólogo también se ha ganado en estos meses el cariño de la población.
Con el rostro oculto por la eterna mascarilla blanca de tela, a juego con sus canas, el doctor cubano Francisco Durán sonríe con los ojos. Mientras tanto, explica con paciencia y claridad las estadísticas diarias en la isla.
A Francisco Durán, director de Epidemiología del Ministerio de Salud, la pandemia lo sacó del anonimato. Ahora es una celebridad cuyas comparecencias televisivas han desplazado en audiencia a las telenovelas.
Su 68 cumpleaños, en junio, fue casi una celebración nacional. En los hogares cubanos sonó el «cumpleaños feliz». Muchos lo equiparan ya a José Rubiera, famoso meteorólogo de referencia cuando amenaza un huracán.
Entrañable y natural, el «doctor Durán» cumple a pies juntillas el estereotipo del cubano. Su espontaneidad le ha jugado malas pasadas en directo, con simpáticos deslices.
Pero no es un novato: graduado primero de Psiquiatría y «reorientado» hacia la Epidemiología. Acumula unos cuarenta años de labor que incluye la epidemia de dengue hemorrágico (1981), el programa de control del VIH-Sida y la dirección de los programas sobre dengue y zika.
Su jornada diaria comienza de madrugada y se extiende hasta bien entrada la noche. Confiesa que se cuida mucho porque no aguantaría, ha dicho, el «bochorno» de contagiarse cuando no se cansa de pedir a todo un país que se proteja.
La adalid de las vacunas en Argentina
«Optimista por naturaleza». Así se define en su perfil en Twitter la médica Carla Vizzotti. Es la única mujer en esta orla de epidemiólogos americanos y la cara más visible de la estrategia frente al coronavirus en Argentina.
Cada mañana, Vizzotti comparece públicamente para dar un detallado reporte de la situación. Evalúa el cuadro y recuerda a la población las medidas de prevención, todo en tono firme pero ameno.
Así, Carla Vizzotti, de 48 años y secretaria de Acceso a la Salud de Argentina desde diciembre pasado, se ha convertido en el rostro del Gobierno. Su exposición es mayor que la del propio ministro del área, Ginés González.
Su labor incluye además una intensa tarea de coordinación con actores abocados a dar respuesta a la emergencia sanitaria en el país. En Argentina se ha optado por estrictas medidas de aislamiento para evitar un colapso en el sistema de salud.
Especializada en enfermedades infecciosas, es socia fundadora y presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiologia.
Fue titular de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud argentino (2007-2016). Desde esta posición impulsó la ampliación del calendario de vacunación gratuito y obligatorio, uno de los más amplios del mundo.
Hasta la llegada de la pandemia, Vizzotti, que también ha asesorado a organismos internacionales, dedicaba buena parte de sus esfuerzos a «militar las vacunas», como ella misma lo ha calificado, derribando en foros y charlas «uno a uno» los «mitos» que difunden los antivacunas.
«Todos somos voceros, no hace falta salir en la tele», decía en una intervención pública el año pasado.
No sabía entonces que pronto se convertiría en portavoz, ya no de las vacunas, sino de la política sanitaria frente a la COVID-19. Su desempeño en esta tarea ha sido destacado públicamente por el presidente Alberto Fernández.
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