¿Cuáles fueron los primeros automóviles en llegar de Estados Unidos a Cuba?
viernes, 17 de agosto de 2018
Tal vez por eso no sea casual que luego de la entrada al Puerto de La Habana de los primeros tres vehículos a motor de origen europeo, el cuarto llegara procedente de la pujante potencia industrial del Norte.
Tampoco debe ser un hecho fortuito que aquel auto de vapor, de la marca Locomobile and. Co. of America, entrara a Cuba el 30 de mayo de 1902 por el puerto de Santiago de Cuba.
Escenario del combate naval en el que España perdió su poderosa flota y donde se libraron los combates decisivos que pusieron fin a su dominio en la isla descubierta y colonizada a partir de 1492, la oriental ciudad cubana se anotó la primicia automovilística.
El dueño del carro ha sido identificado por historiadores como don Rafael Arazoza, editor de La Gaceta de La Habana. La marca Locomobile and. Co. of America ya fabricaba medio centenar de unidades por año a un precio de entre tres y cuatro mil dólares cada una.
El 19 de mayo de 1907 comenzó a circular por las calles de la localidad habanera de Guanabacoa su primer automóvil, marca Cadillac. Según refiere el libro «La Historia del Automóvil en Cuba», de Orlando A. Morales Pulido, puede considerarse a este vehículo como el primer auto que prestó servicios de taxi en Cuba.
En 1912 entran los autos de la fábrica Chevrolet y en 1913 llegaron los primeros de la Ford, su eterno rival en el mercado local. La industria que tendría su principal centro productor en la ciudad de Detroit convirtió a La Habana -salida de la era colonial y los coches de caballos- en principal polígono de prueba de sus carros.
Las fuentes refieren que en 1910 circulaban por las calles de la capital cubana unos 4 000 vehículos motorizados y en 1922 eran 20 000.
Ya en 1919 Cuba era el mayor importador de autos en América Latina y, como en tantos otros renglones de su economía, la isla se convirtió en el principal receptor de la industria automovilística de Estados Unidos.
La competencia entre sus principales marcas en el mercado cubano ponía a prueba el talento y creatividad de publicistas y agentes de venta. Chevrolet se ufanaba de ser la marca preferida por los cubanos, a la que seguía la Ford, que se vendía a menor precio.
Sin embargo la publicidad rival que corría de boca en boca caracterizaba a Ford como sigla de “Fabricación Ordinaria y Reparación Diaria”. Por los consumidores de mayor poder adquisitivo batallaban las marcas Buick, Plymouth, Oldsmovile y Pontiac, entre otras.
De ellas la más popular entre los habaneros era el Buick, a quienes la radio, diarios y revistas machacaban sin cesar con su esperanzador slogan: “Usted si puede tener un Buick”.
La Habana se fue poblando de lujosos centros de ventas, con céntricos salones expositores de inmensas e iluminadas vidrieras. La compra a plazos era uno de los medios más recurridos.
El auge del automovilismo en Cuba montado sobre las preferencias arancelarias y el apetito de una sacarocracia vinculada a Washington permitió que en 1940 la sucursal habanera de la Ford arrebatara a Panamá el control de todas las agencias de esa marca en Las Antillas.
En 1958 la isla se había convertido en el sexto país del mundo en el promedio de automóviles por habitantes, detrás de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Venezuela y Alemania Occidental.
En 1959 circulaban por carreteras, calles y avenidas de la mayor de las Antillas más de 180 500 autos, en su mayoría “americanos” como se decía entonces.
La Habana añadía a sus encantos naturales un colorido espectáculo automovilístico, que hoy constituye un sorprendente museo rodante viviente al aire libre, gracias a la creatividad y el empeño de los cubanos a no dejarse vencer por dificultades técnicas o financieras.
Si te gustó ¡Compártelo!
Escrito por | Redacción TodoCuba
Patrocinado por: CubitaNOW - Noticias de Cuba