El inolvidable Bobby Salamanca, el más grande narrador deportivo de Cuba
domingo, 6 de diciembre de 2020
Juan Antonio «Bobby» Salamanca, fue un narrador deportivo que, con un estilo muy suyo al narrar y una potente voz, acompañó por décadas a las Series Nacionales de Béisbol. En las participaciones de la selección cubana en diferentes torneos, no podía faltar la presencia de Salamanca.
Con su gran sentido del humor realizó numerosos aportes a la terminología de la pelota cubana, que han soportado el paso del tiempo. A más de treinta años de su fallecimiento, aún se le considera como uno los mejores narradores deportivos cubanos de todos los tiempos.
Un aficionado perseverante
Juan Antonio Salamanca nació en La Habana en 1931, en el seno de una familia muy humilde. Desde muy joven se vio en la necesidad de trabajar para ayudar a sus padres. Entre otras labores, repartió pan y trató de aprender el oficio de barbero, pero eso no era lo suyo.
A finales de los años cuarenta, el gran Germán Pinelli animaba un show de participación en la radio. Allí se presentó el joven Juan Antonio, interpretando el tema “Granada”, pero no obtuvo el reconocimiento que esperaba. Más tarde regresó al mismo programa. En esta oportunidad recitó un poema titulado “El Duelo” y nuevamente resultó eliminado.
Pero su perseverancia lo impulsó a intentarlo por tercera vez. Sorpresivamente, Salamanca ofreció esta vez la narración imaginaria de un duelo deportivo, protagonizado por Conrado Marrero, famoso lanzador de Almendares, y Perucho Formental, un poderoso bateador del Habana.
Esta vez, con un estilo muy particular al narrar y un léxico diferente al que se acostumbrabasi obtuvo el primer lugar. El premio eran tres pesos y una jaba llena de productos de los patrocinantes del programa. Desde luego que esta recompensa fue de mucha ayuda para los Salamanca.
Tras el éxito en el show, Juan Antonio dedicó sus esfuerzos para pagarse los estudios de narrador. Una vez que obtuvo el título, pudo trabajar en la emisora Radio Marianao, cercana al Terminal de Ómnibus Nacionales.
¿Como surgió el apodo de «Bobby» Salamanca?
En esa emisora se le comenzó a nombrar con el apodo que llevaría a lo largo de su vida. La chica que trabajaba como secretaria acostumbraba a decirle “bobito”. Juan Antonio tomó la constumbre de cerrar su programa, despidiéndose como “el bobi Salamanca”, de esta manera le seguía el juego a la muchacha. De esta manera surgió el famoso sobrenombre.
Bobby Salamanca se transformaba al colocarse tras el micrófono, donde era todo un genio. Se le recuerda por los términos que empleaba, interpretando el béisbol a su estilo. Uno de sus rasgos más característicos era cuando creaba epítetos para los peloteros cubanos más notables.
Antonio Muñoz, primera base de la selección nacional, era “El Gigante del Escambray”. El pinareño Luis Giraldo Casanova, uno de los jugadores más completos del béisbol cubano, era “El Señor Pelotero”. Si hablaba de “La Explosión Naranja” se refería a Víctor Mesa, jardinero del Villa Clara. Cuando le tocaba el turno al bate al poderoso Pedro José «Cheíto» Rodríguez, Salamanca decía; “pase Usted, Señor Jonrón”.
A finales de los años sesenta conjugó el entusiasmo por la famosa Zafra de los 10 millones con la pasión por la pelota, haciendo la analogía entre el diamante de juego y un “febril cañaveral”. Con sus frases ingeniosas, influyó mucho en el contexto nacional de esa época.
Así, el director del equipo se convertía en el “jefe de brigada”, mientras los bateadores eran “macheteros” y un strike era cantado con la inolvidable exclamación “¡Azúcar!”. El bate pasó a ser la “mocha”. Mientras tanto, cuando no había corredores en las bases, Bobby Salamanca expresaba: “la guardarraya está limpia”.
“Tres golpes de mocha y lo tiró para la tonga” era su peculiar manera de decir que un jugador se había ponchado. Un hit se convertía en una “caña”, en el argot del narrador. Aclaraba, si el imparable era en un encuentro internacional, que era una “caña cubana”. Por otra parte, cuando un batazo impulsaba a más de un corredor en base, Bobby señalaba que “no había dejado caña en el cogollo, ni cogollo en la caña.”
Un estilo peculiar al micrófono
Cuando un “machetero” estaba en el plato, que para Juan Antonio era “el central”, si “temblaba el cañaveral” significaba que había peligro. Mientras calentaba otro “machetero peligroso”, decía que estaba “afilando la mocha”. Cuando retiraban a un lanzador, no se iba a las duchas, “le habían aplicado la alzadora”. De esta manera se trataba de evitar que el equipo contrario continuara «la molienda en grande”, en referencia a la producción de carreras.
Tras la Zafra, la inventiva de Bobby continuó aportando nuevos términos, que siempre encontraron eco en el público, dentro y fuera del ambiente de la pelota. Ahora, cuando un bateador recibía el primer strike, Salamanca decía que «el pez mordió el anzuelo”. Un segundo strike, venía seguido de la expresión “el paz cayó en el sartén”. Luego profería una seguidilla de adjetivos: “estaba compungido, preocupado, aturdido, hundido, ahogado y hasta el cuello en el conteo”.
El olvido ha amenazado los aportes de Bobby a la narración deportiva y sus geniales ocurrecia. pero el tiempo también conspira contra el el recuerdo de los hechos y los jugadores que marcaron pauta en esos años, en especial a los anteriores a la época de la Revolución. Sin embargo, siempre habran algunos decididos a mantener la memoria de los forjadores del béisbol cubano, no solo en el campo de juego, sino también en los micrófonos, tras las cámaras y en las salas de redacción.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Radio Trinidad / Archivo TodoCuba
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