Los casinos del mafioso Meyer Lansky en La Habana
sábado, 21 de noviembre de 2020
Cuando se dice mafia en Cuba un nombre viene a la mente de los que vivieron antes de 1959: Meyer Lansky. Huésped habitual del país desde mediados de la del 50, el mafioso Meyer Lansky organizó los grandes casinos que iban surgiendo en la ciudad de la Habana, aportando el asesoramiento y el capital necesario para su instauración.
No se puede hablar de la presencia de la mafia en Cuba sin tener en cuenta a Lansky, quien fuera el eje de la penetración mafiosa norteamericana en los productivos negocios durante los últimos años antes del triunfo de la revolución cubana. En tres grandes y lujosos hoteles habaneros se notó la contribución de la instalación y operaciones de los casinos de Meyer Lansky: el Hotel Nacional, el Hotel Capri y el Hotel Riviera. De estos conoceremos un poco de su historia y trataremos de ver como se desarrollaba en ellos el mundo del juego.
El Hotel Nacional y su Casino Internacional Wilbur Clark
El Hotel Nacional era considerado a finales de los años 50 el tercero mayor del país y uno de los mejores del Caribe. Contaba con 549 habitaciones que se alzaban sobre los terrenos donde anteriormente se encontraba la batería de Santa Clara. Su costo final fue de cuatro millones de pesos y desde su concesión, el Estado Cubano puso una cláusula donde se reflejaba que la suite presidencial siempre estaría a disposición del gobierno cubano para alojar a los más ilustres invitados de la nación.
Este magnífico edificio fue testigo de la que fue quizás una de sus ocupaciones más celebres. Del 22 al 26 de diciembre de 1946 se dieron cita allí las familias más poderosas de la mafia norteamericana. Entre capos, guardaespaldas, abogados, consejeros y otros participantes, se contaron quinientos asistentes, quienes ocuparon el hotel en su totalidad. Allí se discutió acerca de los planes de expansión y áreas de influencia que cada familia tendría desde ese momento para evitar rencillas. Como dice el populacho: se repartieron el pastel.
El esplendor del casino Clark
En el año 1955 se comenzó a realizar una intervención constructiva a un lado del hotel, en el costado izquierdo que daba al mar. Se le agregó un complejo que se integraba de forma armoniosa. A este se ingresaba a través de una lujosa rampa, que nacía en la avenida frente a la entrada principal. Ese nuevo espacio seria albergue de restaurantes, bares, el famoso cabaret El Parisien y un elegante salón para la instalación expresa de un casino. El complejo fue arrendado por el hotel a Lansky, pagando este una cuantiosa suma. Para la temporada de invierno de ese año ya estaba instalado y en pleno funcionamiento un elegante y majestuoso casino. Se le bautizó Casino Internacional Wilbur Clark, por el poderoso magnate de casas de juego de Las Vegas.
Para asegurar que las operaciones cumplieran con las más estrictas normas de seguridad y supervisión para ofrecer garantías de un juego limpio, Lansky puso a su hermano Jake, alias El Cejudo Lansky, como administrador del negocio. Las fichas de casino se fabricaron en los Estados Unidos y sobre ellas se leía claramente el nombre Wilbur Clark, acompañado de su retrato. Poseía tres mesas para juegos de cartas, 21 máquinas tragamonedas, siete mesas de ruleta y una para juegos de dados. Su fuente principal de clientes era el Cabaret El Parisien, que llegó a presentar espectáculos comparados con los de Tropicana.
El Hotel Capri y su Casino del Capri
El Hotel Capri abrió sus puertas a solo una cuadra del Hotel Nacional, en el año 1957. En sus 19 pisos albergaba 250 habitaciones y el costo final de su construcción se elevó a la cifra de 5 millones de pesos. Su casino se encontraba en un ala del edificio destinada para ese fin y con acceso privado, a un costado de la entrada principal del hotel. En su fachada un llamativo anuncio de neón daba la bienvenida.
Muchos creen que realmente el casino ocupaba el área del Salón Rojo del Capri, pero esto es incierto. El espacio contaba con dos salones: uno que funcionaba como cabaret y era el que daba el recibimiento a los visitantes, y otro a continuación, adornado con inmensas lámparas y lujosas alfombras. En ese segundo salón se encontraban varias máquinas tragamonedas, mesas para juegos de dados y cartas y seis mesas de ruleta. Estas estaban organizadas en forma circular alrededor una central para que el supervisor pudiese vigilarlas a todas.
Existen muchas dudas de la propiedad de Meyer Lansky sobre el Casino del Capri. La sala de apuestas se encontraba de manera oficial bajo la firma del mafioso neoyorkino Santos Trafficante Jr. Además, a su inauguración no asistió Lansky y su nombre no aparecía en la junta de administración. Sin embargo, su junta de accionistas, que era muy pequeña, contaba entre sus integrantes a Jack Lansky, el hermano de Meyer y su mano derecha. Al estar Santos Traficante Jr. fuera del país, el verdadero organizador de este centro era Meyer Lansky.
El casino tenía dos ganchos para atraer a los jugadores: uno era la presencia del famoso actor norteamericano George Raft, que ejercía como anfitrión diario del centro, y el otro era su famoso cabaret Salón Rojo. Allí llegaron a tocar estrellas internacionales como Tony Martin y Liberace. A los huéspedes más distinguidos, Raft les obsequiaba una ficha de 5 pesos con su imagen.
El Hotel Riviera y su Casino del Riviera
El Hotel Riviera fue sin lugar a dudas el más lujoso de los terminados de construir en la década del 50 en Cuba. Era la principal apuesta de Meyer Lansky para obtener ganancias millonarias con el negocio de los casinos en el país. Sus 21 pisos albergaban 368 habitaciones y fue inaugurado el 10 de diciembre de 1957. Su apertura contó con la asistencia del Cardenal Arteaga, el vicepresidente de la República Guas Inclan y de varios ministros de gobierno, además de miembros de la mafia y artistas de Hollywood como Lou Costello y Ginger Rogers.
Su casino fue el más esplendoroso de los existentes en Cuba y se encontraba en la parte derecha el extenso lobby. El salón tenía instaladas 85 máquinas tragamonedas y más de 20 mesas para los más variados juegos de apuesta. Como todo casino que se respetase, tenía su cabaret, en este caso el Copa Room. Lansky habló directamente con los arquitectos para diseñar la acústica del lugar de forma que el sonido de las fichas y las máquinas tragamonedas se escuchase en varias áreas del hotel con el objetivo de atraer a más jugadores.
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Escrito por | Redacción TodoCuba
Fuente: Infobae / Archivo TodoCuba
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